Cómo destruir dos siglos de movimiento social y político en un solo mandato: por Irene Montero
Llevo días dando vueltas al enfoque de este artículo intentando no ser visceral pero a medida que pasa el tiempo mi "viscera" empeora; así que, he decidido que es momento.
Para quienes no me conozcan me presento: Patricia, 40 años, mujer, trabajadora social, socióloga (Carolina Bescansa me dio clase, ya os he dicho que tengo 40), terapeuta familiar, especialista en violencia de género y, por supuesto, feminista.
Pongo feminista en último lugar porque he tenido que estudiar y formarme mucho para autodenominarme feminista y por ello, siento tanta rabia cuando veo a muchas mujeres, en muchos medios autodenominarse feministas sin conocimiento, sin formación y sobre todo, sin sentido común.
Evidentemente, no todas las mujeres ni todos los hombres tienen que estar formados en feminismo para poder vivir en consonancia con estos principios; sin embargo, TODAS las mujeres y TODOS los hombres que participan en los medios, que informan y que ocupan cargos públicos sí que TIENEN LA OBLIGACIÓN de estar formados, algo que hoy no se cumple.
De modo que comencemos por el principio: el feminismo promueve la igualdad entre hombres y mujeres en derechos y obligaciones. Sí señora ministra, también en obligaciones.
Yo procuro cumplir con las mías como profesional, le sorprendería saber cuántas mujeres acuden a mi consulta con sintomatología ansioso-depresiva y descubren que la violencia va más allá de lo físico y toman un camino de autodeterminación y libertad.
Y ahora le pregunto: ¿cumple usted con sus obligaciones ?. Porque hasta ahora lo que he visto han sido intervenciones simplistas, casi sacadas de un buscador de internet, para justificar su trabajo en el Ministerio. ¿De verdad no hay otra forma de "ser feministas" este 8 de marzo que con una manifestación? ¿De verdad su "capacidad" y su "formación" no pueden elaborar una estrategia inteligente, abrumadora y adaptada a esta pandemia? ¿En serio?
En todo caso, si ese es el problema le animo a preguntarle al amplio número de enfermeras -por poner un ejemplo de colectivo- agotadas pero en pie, sobre qué hacer este 8 de marzo.
Y por si le interesa una propuesta sencilla, animo a cada persona a compartir con su entorno, de forma individual o a través de las redes, una experiencia personal en la que haya trabajado por la igualdad, es algo sencillo pero que construye. A ver si así, entre todos, compensamos esta capacidad de destrucción: LLENEMOS NUESTRAS CONVERSACIONES DE EXPERIENCIAS FEMINISTAS POSITIVAS.
Y sin más, me despido, en otro momento hablaremos sobre lenguaje inclusivo, conciliación familiar o el papel de las mujeres en la ciencia. De verdad que hay mucho más de lo que nos quieren vender ;).